Nunca mejor aplicado el adjetivo “saludable” en los negocios, es decir,
relacionado con conservar la salud, de aspecto sano. No es necesario que nos
vayamos a los extremos imaginando que
una persona saludable es la que tiene el aspecto de un Schwarzenegger o de un
Rambo. Basta con plantearnos un término medio: una persona que no tiene exceso
de peso (o déficit), que cuenta con una alimentación balanceada y que realiza
alguna actividad física de forma regular.
¿Cómo será la vida cotidiana de una
persona con estas características? Independientemente de su profesión o el
empleo que ejerza, seguramente su nivel de estrés es bajo, cuenta con un estado
de ánimo predominantemente optimista, sus niveles de colesterol son razonables,
su desempeño laboral es bueno a secas para no exagerar y ante situaciones de
emergencia o sorpresivas (un temblor, un accidente, un cliente molesto)
reacciona favorablemente porque su cuerpo está preparado para responder.
Aquí es importante puntualizar aunque
parezca un poco redundante, que el cuerpo humano “es un todo” que integra
mente, cuerpo y emoción. Sin querer profundizar en la psicología
evolucionista,
solo pretendo que podamos asumir que el ser humano ha logrado la supervivencia
gracias a esta integración primordialmente de sus procesos cognitivos
(pensamiento) con su cuerpo. Esta supervivencia (llamémosle evolución) ha
traído como resultado que la esperanza de vida, al menos en México, se
haya duplicado en los últimos 100 años.
Ahora llevemos esta analogía de una
persona sana asemejándose con nuestra empresa, vista como un organismo vivo (no
confundir con el concepto de organicismo social que se refiere a concebir a
la sociedad entera como tal) sin perder de vista que es solamente una metáfora.
¿Qué hace un deportista que se prepara para una competencia? Precisamente lo
que comentaba en un principio: cuidar lo que come entrenando cotidianamente.
Pasada la justa deportiva, viene un relajamiento de la rutina hasta que llegue
otra competencia.
En el caso de las empresas, la gran
mayoría nunca participa en competencias buscando un premio, simplemente se
dedican a sus actividades habituales (fabricar, vender, cobrar, volver a fabricar…)
dejando que el paso del tiempo se encargue del crecimiento. Mi invitación es que acostumbremos a nuestra empresa a cuidarse y entrenar permanentemente aun
cuando no se vaya a enfrentar en una contienda con otros competidores.
Pero nos debe quedar claro que esto
implica que la empresa se ejercite y se cuide todos los días para ayudarse a
tonificar sus músculos y sea competitiva siempre o le puede suceder lo que a
muchos deportistas que dejan de entrenar: flacidez, dolores musculares,
“llantitas” y pérdida de agilidad. ¿Por qué ejercitar a diario a nuestra
empresa? El mismo Michael Phelps menciona que cuando dejó de entrenar
seis meses, le llevó año y medio recuperar su condición deportiva.
A una empresa que deja de entrenarse
para vender o para fabricar productos y servicios de calidad, que no practica
nuevos ejercicios de comunicación con su propia gente o que abandona una dieta
balanceada acumulando grasa (inventarios, personal improductivo, herramientas
obsoletas), le será más difícil “ponerse en forma” para arreglar las cosas así
que ¡a ejercitarnos se ha dicho! Y ejercita también enviándome tus
comentarios.
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