sábado, 29 de octubre de 2016

¿Futuro empresario? ¡Capacítate!

Si en verdad quieres dejar de buscar empleo para convertirte en empresario, es indispensable que obtengas una verdadera instrucción empresarial entendiendo que ésta es muy distinta de tu formación profesional y que exige la inmediata puesta en práctica del conocimiento adquirido. Cada nuevo emprendimiento garantiza la creación de al menos un nuevo empleo (el tuyo) y si dicho emprendimiento se fortalece, permitirá crear un empleo adicional. No existe una forma más efectiva, práctica y rápida para propiciar el nacimiento de puestos de trabajo.

Para crear tu propia empresa no bastará con que recibas  un curso “intensivo” de emprendurismo porque podrías crearte falsas expectativas y éstas te llevarán a un inminente fracaso empresarial. ¿Sabías que la gran mayoría de los emprendedores que reciben capacitación para iniciar una empresa, nunca la ponen en marcha?

Como futuro empresario o empresaria, debes buscar orientación adecuada, por ejemplo la relacionada con las diferentes modalidades para cumplir con tus obligaciones tributarias y legales (entiéndase pago de impuestos). Existe una idea generalizada que relaciona de manera natural a la microempresa (aquella que tiene 10 trabajadores o menos) con la informalidad. Esta concepción encierra algo de verdad ya que nuestra sociedad nos ha formado dentro de un ambiente de ilegalidad: no respetar las luces rojas del semáforo, no aceptar las multas, no pagar nuestros impuestos…

Una pequeña empresa nace de la iniciativa de una persona, de un emprendedor, de ti. Y seguramente como tal adoleces de los conocimientos teóricos y prácticos mínimos indispensables para comenzar con esa actividad productiva (o de servicios). No sabes vender, ni cobrar, ni atender a un cliente. No conoces los principios más elementales de gestión de la calidad necesarios para producir un producto o un servicio de manera eficiente. Esto aplica también para tu gestión empresarial pues desconoces los temas financieros, fiscales y laborales que te permitirían entender mejor tu futuro negocio y cumplir adecuadamente entre otras cosas con las autoridades hacendarias y laborales.

Para que puedas construir una buena empresa (también las hay muy malas), deberás dejar de pensar y actuar como empleado pues ya no lo serás. Te habrás convertido en patrón lo que implica que realices un enorme esfuerzo por cambiar tu forma de ver el mundo. De la misma manera que un joven egresado de la universidad, y que no puso suficiente esmero en sus estudios tendrá que abrirse camino profesionalmente con mayores complicaciones, un nuevo empresario que no cuente con la preparación suficiente se expone a sufrir incontables descalabros. 

Si logras como emprendedor recibir una formación y especialización con base en las competencias clave empresariales, serás capaz de usar un amplio rango de herramientas para interactuar efectivamente con el entorno, podrás comunicarte con los demás, serás capaz de tomar la responsabilidad de manejar tu propia vida y de actuar de manera autónoma, por lo que es altamente aconsejable que las competencias emprendedoras que adquieras las lleves a la práctica sin vacilar para constatar su utilidad. Práctica es la clave para transformarte en un excelente empresario.

Evita en lo posible los programas emprendedores que cuidan en exceso a sus participantes, o quizás los descuidan creando alrededor de ellos un entorno tranquilo, sencillo y sin presiones, similar al del ambiente estudiantil cotidiano. En esos lugares, quienes forman a los emprendedores los tratan como alumnos, y éstos se comportan como tales, creando una relación semejante a la de una familia. 

Pero hasta en las mejores familias el sobre proteccionismo es dañino pues no permite el crecimiento  ni el desarrollo del individuo. Busca espacios que te empujen, te presionen, te motiven a arriesgarte pero eso sí, sin dejar de acompañarte.

¿Te atrae el reto del emprendimiento? ¿Cómo puedes comenzar? Es un tema apasionante que abordaremos en otra ocasión, mientras tanto ¿qué te parece si comentas sobre este post?


viernes, 21 de octubre de 2016

¿Empleado o empresario? Esta siempre es la cuestión

Hace algunos años afirmé que la gran mayoría de las personas en algún momento de su vida han deseado o desean convertirse en empresarios. Hoy no me atrevería a asegurarlo de nueva cuenta porque para bien o para mal, el espíritu emprendedor en realidad es escaso en nuestra sociedad.

¿Qué prefieres tú, amigo lector, contar con un empleo “seguro” o lanzarte como un buen aventurero a la caza de fama y fortuna mediante la puesta en marcha de un emprendimiento? Mi pregunta no es un tema banal ya que el iniciar cualquier proyecto productivo (se producen cosas y servicios y se comercia con ellos) implica la conjunción de algunos factores y desechar ideas románticas sobre el quehacer empresarial, la mayoría de las veces bastante equivocadas.

Describir lo que es un empleado no tiene mayor complejidad ya que casi todos lo hemos sido, pero cuando hablamos de ser empresarios ya no es tan sencillo porque existen algunas "modalidades" a considerar. Te invito a que comencemos precisamente por distinguir entre el autoempleado (o autónomo) y el empresario. 

El Director Regional Adjunto de la Oficina Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, Virgilio Levaggi, explica que «el empleo es definido como "trabajo efectuado a cambio de pago (salario, sueldo, comisiones, propinas, pagos a destajo o pagos en especie)" sin importar la relación de dependencia».

La Real Academia Española nos dice que un empresario es el “titular propietario o directivo de una industria, negocio o empresa”. Y sobre ésta última, la empresa, podemos afirmar que se trata de una “unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos”.

Por lo tanto, te propongo que mientras no cuentes con una organización, es decir, con un conjunto formado por al menos dos personas (tú como propietario más un empleado) estaremos hablando de autoempleo. Cuando cuentes con la capacidad y/o necesidad de contratar a un empleado asalariado, entonces dejarás de ser autoempleado para convertirte en empresario.

El autoempleo es una excelente oportunidad tanto de obtener un mejor ingreso como de ocuparse en una actividad acorde con tus expectativas profesionales y competencias personales, pero no debes confundirlo con otras modalidades de trabajo. Las empresas dedicadas a la venta directa, es decir, ventas que se realizan de persona a persona, utilizan argumentos como “autoempleo”, “trabajo por cuenta propia”, “ser tu propio jefe” y frases similares para afiliar personas, pero en realidad lo que buscan son vendedores de productos o servicios que no impliquen relaciones de trabajo contractuales (seguridad social, vacaciones pagadas, días de descanso, etc.).

Si tienes el interés por trabajar de manera independiente, es muy importante que distingas claramente que para autoemplearse o crear una empresa, se requieren esfuerzos y enfoques distintos. Primero autoempleo, luego la empresa. 

Un proyecto empresarial que comience generando un primer empleo (el del mismo emprendedor), permite la formación de cimientos sólidos y un crecimiento orgánico. Es común que al principio los empresarios tengan temor de vender, de hacer llamadas a posibles clientes, de cobrar por el producto o servicio entregado, de dar órdenes a sus subordinados o de llamarles la atención. Incluso son temerosos de tomar decisiones. Parte de la formación empresarial inicial que consigas, debe implicar que adquieras las habilidades o competencias mencionadas y con la práctica llegues a dominarlas.


Un segundo paso puede ser la contratación del primer empleado, mismo que recibirá una inducción y capacitación adecuadas derivadas de tu propia experiencia como emprendedor. Es en este momento en el que ya se puede hablar de una verdadera empresa, cuando hayas creado empleo para otros. ¿Qué tipo de empresa podrías comenzar? Es un buen tema para otro post pero no dejes de comentar sobre éste.

viernes, 14 de octubre de 2016

¿Debería preocuparte el desempleo?

Cuando cumples la mayoría de edad no solamente obtienes la capacidad de obrar y la capacidad de ejercicio (la aptitud de la persona para constituir, modificar o extinguir relaciones públicas) sino que adquieres el derecho al voto y se extingue la tutela de tus padres. En palabras más sencillas, como joven con la mayoría de edad ganas una independencia plena para poder tomar tus propias decisiones y contraer compromisos jurídicos (p.e. solicitar un préstamo), puedes casarte u obtener tu licencia de conducir entre otros. 

Con la edad adulta viene también la necesidad de una independencia financiera que te permita comenzar la construcción de un modelo de vida acorde a tus propias expectativas, mismas que seguramente demandarán recursos en mayor o menor medida, pero recursos al fin. El medio idóneo y casi exclusivo de generar ingresos es mediante la búsqueda y obtención de un empleo dignamente remunerado. ¿Qué alternativas de acción tienes hoy? Básicamente tres: 
  1. Permanecer a la espera de encontrar un empleo y mientras tanto, seguir estudiando. También tu espera puede transcurrir en casa sin realizar ninguna actividad formativa. 
  2. Realizar prácticas profesionales para adquirir experiencia. Tal vez la experiencia la adquieras pero no necesariamente en temas relacionados con la profesión que estudiaste. Lo que es seguro es que estas prácticas no te ofrecen remuneración alguna, por más ayuda para transporte o alimentos que te otorguen. 
  3. Trabajar “de lo que sea” con tal de obtener un ingreso y prestaciones. El ingreso se obtiene pero seguramente será como ya mencioné, insuficiente. 

Cualquiera de las opciones que elijas son adversas para ti. La incorporación de los jóvenes al mundo laboral siempre ha sido en condiciones desfavorables por su “inexperiencia” y (obviamente) su juventud que forzosamente siempre van de la mano. 

Ahora se suman tres factores que antes no eran tan relevantes: la creación de empleos (oferta) va rezagada contra la necesidad de los mismos (demanda); el número de profesionistas buscadores de empleo es cada vez mayor en proporción a los no profesionistas, lo que genera una excesiva oferta especializada que hace que los salarios pierdan valor (una empresa puede ahora elegir de entre un mayor número de candidatos con las mismas cualidades y diferentes necesidades de salario); y por último un mayor esfuerzo por incrementar la productividad de las empresas haciendo más con menos (más trabajo con menos empleados). 

Si lo anterior no fuera suficiente, organismos internacionales como la OIT, la OCDE, la ONU y el FMI por citar algunos, están advirtiendo sobre la inminente crisis económica que se avecina a nivel mundial con su consecuente reducción en el intercambio comercial, la contracción de los mercados y el aumento acelerado del desempleo, principalmente entre los jóvenes (uno de cada dos jóvenes estará desempleado). 

¿Puedes hacer algo para reducir el impacto del desempleo en tu propia vida? Afortunadamente sí creando tu propio empleo, siendo autónomo. Eso sí, siempre y cuando lo hagas de manera realista y visionaria. Realista para que se trate de un empleo permanente, muy bien remunerado y diferenciado para que la competencia sea menor. Si un empleo es “común”, mucha gente puede desempeñarlo por lo que su demanda irá en aumento y su remuneración a la baja. 

Visionaria para que te forjes un futuro que no dependa de las decisiones de un patrón, sino de tus propias elecciones. Todo esto no resolverá el problema del desempleo por completo pero definitivamente te abre otras puertas, otras opciones. ¿Cuáles? Ese es un tema para otro post pero no dejes de comentar sobre éste.