Hace algunos años afirmé que la gran
mayoría de las personas en algún momento de su vida han deseado o desean
convertirse en empresarios. Hoy no me atrevería a asegurarlo de nueva cuenta
porque para bien o para mal, el espíritu emprendedor en realidad es escaso en
nuestra sociedad.
¿Qué prefieres tú, amigo lector,
contar con un empleo “seguro” o lanzarte como un buen aventurero a la caza de
fama y fortuna mediante la puesta en marcha de un emprendimiento? Mi pregunta
no es un tema banal ya que el iniciar cualquier proyecto productivo
(se producen cosas y servicios y se comercia con ellos) implica la conjunción
de algunos factores y desechar ideas románticas sobre el quehacer empresarial, la mayoría de las veces bastante equivocadas.
Describir lo que es un empleado no tiene mayor complejidad ya que casi todos lo hemos sido, pero cuando hablamos de ser empresarios ya no es tan sencillo porque existen algunas "modalidades" a considerar. Te invito a que comencemos
precisamente por distinguir entre el autoempleado (o autónomo) y el empresario.
El Director
Regional Adjunto de la Oficina Regional de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, Virgilio Levaggi, explica que «el
empleo es definido como "trabajo efectuado a cambio de pago (salario,
sueldo, comisiones, propinas, pagos a destajo o pagos en especie)" sin
importar la relación de dependencia».
La Real
Academia Española nos dice que un empresario es el “titular propietario o
directivo de una industria, negocio o empresa”. Y sobre ésta última, la
empresa, podemos afirmar que se trata de una “unidad de organización dedicada a
actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines
lucrativos”.
Por lo tanto, te propongo que mientras no cuentes con una organización, es decir, con un conjunto formado por al menos dos personas (tú como propietario más un empleado) estaremos hablando de autoempleo. Cuando cuentes
con la capacidad y/o necesidad de contratar a un empleado asalariado, entonces
dejarás de ser autoempleado para convertirte en empresario.
El autoempleo es una excelente
oportunidad tanto de obtener un mejor ingreso como de ocuparse en una actividad
acorde con tus expectativas profesionales y competencias personales, pero no
debes confundirlo con otras modalidades de trabajo. Las empresas dedicadas a la
venta directa, es decir, ventas que se realizan de persona a persona, utilizan
argumentos como “autoempleo”, “trabajo por cuenta propia”, “ser tu propio jefe”
y frases similares para afiliar personas, pero en realidad lo que buscan son
vendedores de productos o servicios que no impliquen relaciones de trabajo
contractuales (seguridad social, vacaciones pagadas, días de descanso, etc.).
Si tienes el interés por trabajar de manera
independiente, es muy importante que distingas claramente que para autoemplearse o crear una empresa, se requieren esfuerzos y enfoques
distintos. Primero autoempleo, luego la empresa.
Un proyecto empresarial que comience generando un primer empleo (el
del mismo emprendedor), permite la formación de cimientos sólidos y un
crecimiento orgánico. Es común que al principio los empresarios tengan temor
de vender, de hacer llamadas a posibles clientes, de cobrar por el producto o
servicio entregado, de dar órdenes a sus subordinados o de llamarles la
atención. Incluso son temerosos de tomar decisiones. Parte de la formación
empresarial inicial que consigas, debe implicar que adquieras las habilidades o
competencias mencionadas y con la práctica llegues a dominarlas.
Un segundo paso
puede ser la contratación del primer empleado, mismo que recibirá una inducción
y capacitación adecuadas derivadas de tu propia experiencia como emprendedor.
Es en este momento en el que ya se puede hablar de una verdadera empresa,
cuando hayas creado empleo para otros. ¿Qué
tipo de empresa podrías comenzar? Es un buen tema para otro post pero no dejes
de comentar sobre éste.
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