miércoles, 23 de noviembre de 2016

El fracaso empresarial ¿una buena oportunidad?

Fracaso. Palabra que tiene connotaciones siempre negativas. La primera acepción que nos muestra la Real Academia Española nos dice que el fracaso es el "malogro, resultado adverso de una empresa o negocio". Y le suceden adjetivos como lastimoso, funesto y ruina. Ante tal escenario ¿podríamos pensar en el fracaso como algo positivo? Con un poco de paciencia, quizás.

El primer indicador nos dice que el fracaso es específicamente un resultado, por lo tanto predecible y prevenible. Un producto (y cualquier servicio) implican apegarse a un proceso y si éste se realiza de la forma correcta, se obtiene un resultado correcto, aunque cuando se trata de servicio podríamos hablar del siguiente axioma: El producto es el proceso y el proceso es el producto. Por lo tanto, podemos afirmar que si contamos con buenos procesos obtenemos buenos productos (o resultados).

Un segundo indicador nos sugiere que el fracaso se trata de una percepción, de un estado de ánimo y por lo mismo, dependiente de la circunstancia que lo rodea. Alguien que haya tenido muchos fracasos pero que hoy atraviese por una situación positiva, opinará positivamente sobre este tema (Joaquín Sabina en una canción presume que “y a los dos nos gusta el verbo fracasar”). En cambio una persona que se encuentre en medio de una situación adversa, probablemente tenga una opinión muy negativa acerca del fracaso. Ya tenemos los elementos básicos para vislumbrar el verdadero significado de lo que implica fracasar.

Todo proyecto o iniciativa busca alcanzar resultados positivos lo que además es bastante lógico. ¿Quién en su sano juicio emprendería una acción esperando un resultado negativo? Sin embargo, este pensamiento es demasiado optimista o hasta ingenuo. ¿Acaso al tomar el autobús no existe la posibilidad de que llegue retrasado a su destino? Al comprar un producto o contratar un servicio ¿tenemos la absoluta certeza de que no se presentará una falla o un incumplimiento? Por supuesto que no.

A esto se le llama precaución o prevención. Si estudio una carrera universitaria ¿es posible que a la mitad de la misma ya no cuente con los recursos para poder pagarla? Claro que sí. Y si la licenciatura queda trunca ¿será un fracaso? No, solo un alto en el camino siempre y cuando me haya anticipado a esta posibilidad. Si con el paso de los años sigo sin contar con el dinero que me permita pagarla y concluirla tal vez consideraré que fracasé académicamente, pero será una cuestión de enfoque.

Por lo tanto el fracaso no es un resultado sino un paso intermedio que nos lleva al análisis, la reflexión y posterior acción. Aprender del fracaso suena muy elocuente pero es inútil si nos pasamos la vida de fracaso en fracaso sin capitalizar ese aprendizaje. Un fracaso debería ayudarnos más que a filosofar, ante todo a actuar de manera diferente, por lo tanto nos debe inducir al cambio de plan, de estrategia.


Acéptalo de buena manera, el fracaso puede ser parte del camino hacia el éxito más no necesariamente es un requisito. El exdirector ejecutivo de Disney, Michael Eisner lo describe muy bien: “El fracaso es bueno mientras no se convierta en un hábito”. Todos podemos fracasar pero es solo una posibilidad y depende por completo de nuestras habilidades evitarlo, o aceptarlo. Y por supuesto acepto tus comentarios. 

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